Los medios de comunicación tienen la
obligación de ofrecernos la información que requerimos como
ciudadanos para la formación de nuestra opinión. También
contribuyen a que conozcamos otras realidades, otras culturas, otros
países y sociedades: en definitiva nos abren la ventana a un mundo
que para muchos todavía nos resulta lejano y poco accesible. Pero la
ventana puede dar a dos sitios: a una calle concurrida de gente, de
jolgorio y de color, o llevarnos a un sombrío callejón, sin
jolgorio, ni gente, ni color.
Mucho hemos hablado en clase a raíz
del tema del sur en los medios de comunicación y muchas cosas hemos
contado. Es cierto que la mayoría (me incluyo) no sabemos de México
más allá de los espaldas mojadas o de la violencia en Ciudad
Juárez. De Colombia tenemos un caso parecido: drogas y Shakira. No
preguntes más, que no tengo la Wikipedia cerca. Y la lista de
tópicos sigue engordando si señalamos en el mapa Afganistan,
Namibia o Irán por poner algún ejemplo. Pero no hace falta irse al
sur para ver que la ventana es de determinado paisaje. Vamos al
norte: Suecia por ejemplo, rubias y se vive de lujo, eso si que mola.
Y qué decir de Alemania o Reino Unido con ese “allí si que hay
trabajo” tan repetido en los últimos tiempos.
El discurso que los medios nos ofrecen
de determinados lugares del mundo es cerrado, y es difícil encontrar
una ranura por la que entren informaciones distintas a las cuales ya
conocemos y tenemos instaladas en nuestra retina.
Tampoco nos libramos de esta visión ni
de estas ventanas en este país. Sabemos colocar las comunidades, las
capitales de provincia y algún que otro pueblo o ciudad que digamos
ha salido a la luz por algún motivo. Pero el discurso del que
venimos hablando no solo se encuentra en el sur del planeta: ejemplos
tenemos en el sur de España, y también en el norte. Por experiencia
propia lo digo. Por eso me refiero a que no solo hace falta irnos a
regiones “del sur” de las que hemos estado comentando en clase
porque esa misma realidad, ese mismo peligro de la historia única la
podemos encontrar en nuestro país. Hace ya algunos años, y la
verdad es que la situación ha mejorado, cuando yo me vine a Madrid y
decía que vivía muy cerca del País Vasco y que solía bajar a
Vitoria de vez en cuando, siempre había alguien que te decía eso de
“¿ y no tienes miedo cuando vas?”. He ahí un perfecto ejemplo
de ese “sur” del que hablamos. La gente tenía una idea muy fija
de lo que te podías encontrar si ibas por una calle del Casco Viejo
o por cualquier lugar de la ciudad. Y este es solo un ejemplo.
Los medios y los profesionales de la
información tenemos un gran poder, pero como se dice en la película
“Spiderman”, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y
esa responsabilidad es la que debemos tomar y de la que debemos
concienciarnos. Debemos aprender a usar ese poder en favor y no en
contra de aquello sobre lo que informamos, y en base a eso crear una
nueva responsabilidad. Porque si tenemos el poder para crear ese
“sur”, es posible que también lo tengamos para cambiar la
dirección de la brújula.